El arte de cebar mate
La bombilla
En su forma primitiva, la bombilla indígena debió ser una caña, es decir: un tallo hueco y leñoso de gramínea, de la variedad que en guaraní se denomina tacuapí. La primera evolución de la bombilla elemental está representada por la incorporación del filtro que, adaptado a su extremo inferior, queda sumergido en la infusión e impide el paso de las partículas de yerba, al absorber el líquido. Para esto se utilizaba un pequeño coco al que se ajustaba la cañita y que estaba provisto de pequeños agujeros o surcos que permitían pasar el agua pero no la yerba. También se confeccionaban con un entretejido de fibras de forma esférica que se adaptaban al extremo inferior de la caña.
Cuando las bombillas se construyeron de metal tuvieron que modificarse, pues el material con el que estaban construidas no se comporta de la misma manera que la caña, de material leñoso. Como el metal es buen conductor del calor, la bombilla metálica adquiere una temperatura relativamente elevada debido al calor que se transmite desde su extremo inferior, que está sumergido en la infusión caliente. Además, como la pared metálica del tubo es más delgada que la de caña, el volumen de agua que asciende al chupar es mayor. El peso del líquido a aspirar también es mayor, y resulta más difícil regular el flujo si el orificio de salida es igual en todo el tubo. Por eso fue necesario realizar un aplastamiento del extremo superior para poder regular mejor el paso del líquido y evitar que quien toma el mate se queme la boca, a la vez que se adapta mejor a los labios.
La bombilla metálica, además de su durabilidad, tiene la ventaja de que, al ser desarmable, se facilita mucho su limpieza. A tal efecto se utilizan cepillos especiales que, una vez desarmada, se introducen en el tubo para remover el sedimento que se va depositando con el uso.
Vea también: Partes de la bombilla